Fuente: Baquía
Cuando en 1993 Carl Malamud creó Internet Talk Radio, la primera emisora online del mundo, pocos expertos acertaron a predecir la gran expansión del medio en años posteriores. La radio online nació como una original alternativa al sistema tradicional, ofreciendo servicios y programas originales, aunque con esquemas de parrilla similares a los ya estereotipados en la FM. Las conexiones no eran por entonces demasiado rápidas, y esta nueva forma de comunicación parecía abocada al fracaso. Sin embargo, con la llegada de la banda ancha (y de nuevos ordenadores), numerosos usuarios vieron en este sistema una forma de descubrir nuevos artistas e, incluso, de conocer de primera mano qué se cuece en el otro extremo del mundo.
Y es que si a algo ha contribuido la radio online, es a permitir que un usuario de cualquier país pueda escuchar una emisora establecida en otro lugar del mundo completamente diferente. Esta llamada “universalización de las ondas” comenzó su consolidación a finales de los 90 y, tras casi una década de fructífero desarrollo, parece que ha llegado a su fin. Al menos eso es lo que se desprende de las últimas informaciones que han llegado de Estados Unidos, donde nuevas leyes podrían acabar con estos medios de comunicación emergentes.
Una de las más polémicas ha llegado de la mano de una sentencia judicial del pasado mes de marzo. Ésta, realizada a petición de la RIAA (entidad que gestiona los derechos de autor en EEUU), determinó que los impuestos que pagan las emisoras online por pinchar música con copyright, en territorio americano, debían incrementarse 1.200 veces. Así, no sólo los autores cobrarían derechos, sino también las discográficas.
La singular decisión, que ya ha sido apelada por la Digital Media Association (en representación de las radios), podría suponer la bancarrota para muchas emisoras. De hacerse efectiva la sentencia (que entrará en vigor el próximo 16 de julio), multitud de emisoras tendrían que echar el cierre definitivo a sus servicios, y estarían en total desventaja con respecto a las radios que emiten vía satélite, que pagarían cuatro veces menos.
Pero este no es el principal problema al que tienen que hacer frente las emisoras online de todo el mundo ya que, además, actualmente cada una de ellas tiene que gestionar los derechos de autor con la entidad de gestión correspondiente de cada país en el que se escuche su programación. Es decir, prácticamente la totalidad de las radios online tendrían que restringir el acceso a sus servicios a los usuarios de ciertos países, en los que no hayan llegado a un acuerdo con la sociedad de autores local.
Ante esta comprometida situación, las reacciones no se han hecho esperar. Pandora, una de las emisoras online con mayor número de visitas, emite sólo para Estados Unidos desde el pasado 3 de mayo. Esta complicada decisión fue tomada por sus responsables ante las políticas de acoso y derribo de su gobierno, que intenta controlar de esta forma las emisiones a través de la Red. Por lo tanto, cualquier usuario no residente en el país no podrá disfrutar del servicio que, hasta ahora, prestaba la web de forma gratuita y de libre acceso.
Otros sistemas similares podrían verse afectados de la misma manera. Y es que parece que estas novedosas emisoras, en las que los usuarios reciben sugerencias sobre otras canciones y artistas atendiendo a sus gustos, tienen los días contados. Si no consiguen emitir de forma legal a nivel global (cosa poco probable, por el embrollo que supone conseguir los permisos de cada país), y evitan las sumas que reclama la RIAA, las posibilidades de supervivencia son escasas.
El futuro de este tipo de emisiones es, por tanto, muy incierto. Numerosos expertos han asegurado que esta medida de control tan sólo llevará a un aumento considerable de las redes P2P y a la proliferación de emisoras online sin licencia. Incluso se ha barajado la posibilidad de que estas radios establezcan sus sedes en Canadá o en otros países, para intentar evitar su desaparición.
Sin embargo, lo más probable es que los usuarios se queden finalmente sin todos estos sistemas alternativos que, hasta ahora, eran un soplo de aire fresco ante el viciado panorama de la radio tradicional, controlada por grandes empresas. Varios representantes de estas emisoras ya han comunicado su desacuerdo ante este tipo de iniciativas que, según su opinión, únicamente permitirán que grandes compañías puedan mantener sus radios online, desechando así a las más pequeñas y a aquellas ajenas al estándar del mainstream.
La situación en Europa no parece mucho más benévola, y las presiones de diferentes grupos de gestión de derechos de autor podrían trasladar la misma situación hasta el Viejo Continente. Así, webs tan conocidas como Last.fm o Live365.com podrían desaparecer de la noche a la mañana. Quién sabe, quizá sí que estemos ante el principio del fin de las radios online.
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